Con todas nuestras distancias...un tributo a Cortázar
Cuando un aluvión de blablablá no
solicitado invade nuestros oídos emitiendo un zzzzzzzzzz similar al zumbido de
una abeja y a este le secunda un jijiji malicioso, sabemos que nos hayamos ante
la inconfundible presencia del cotilla.
Una vez identificado nuestro ruidoso atacante,
podremos planificar nuestra estrategia defensiva.
Un procedimiento habitual, consistente en
la relajación de la musculatura cervical extensora y activación de la flexora
en graciosa afirmación, oferta una respuesta inicial que sin duda agradará a
nuestro interlocutor manteniendo su guardia baja.
Bloqueada cualquier posible sospecha de
ausencia interactiva, debemos trabajar
en el asentamiento de una escucha pasiva basada en el canon del ‘ja,ja,ja’,
base para un cómodo descanso postrero. Este modelo se hará efectivo una vez fijada
nuestra atención en la simple identificación de los ‘jijiji’ del contrario, a los que de forma
inexorable se replicará con un ‘jajaja’ sonoro y elevado.
Para lograr el máximo rendimiento, en ocasiones se puede espaciar un
‘jajaja’ cada dos ‘jijiji’. No obstante, cualquier espaciamiento negligente
podría desembocar en consecuencias catastróficas.
Hay ciertos cotillas de alto rango con
los que se debe proceder con mayor cautela.
La clave del éxito radica en identificar con
precisión el perfil de nuestro oponente. Este tipo de adversario muestra con
frecuencia su desprecio por cualquier forma de vida, por lo que la palabra
clave para su correcta clasificación será ‘buaj’, a la que siempre deberemos contestar con un
¡puaj!, sólo alternable con un ‘aj’ para las ocasiones formales.
En cuanto al deseado cese del bucle, el
curtido receptor de blablablás deberá actuar de la siguiente manera: un golpe
seco en la mesa o mueble más cercano seguido de un ’ay’ agudo para comunicación
vía telefónica o un ‘puf’ seguido de “¡se me había olvidado totalmente que
había quedado!” para la modalidad presencial.
buaj!!!!!!
ResponderEliminarpuaj!ajaja
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